viernes, 29 de noviembre de 2013

Enemigos


 
Llevaban horas así. O lo que a ellos les parecían horas. El uno medio agazapado en un arbusto con las manos alzadas, temblando de miedo. El otro con un rifle en ristre apuntando al primero con la cara desencajada e incipiente dolor en los codos por la posición y los nervios. Ninguno sabía lo que hacía ahí. Ninguno de los dos entendía esa guerra en la que se habían visto envueltos. Ninguno de los dos quería matar ni ser matado.

Escondeos en el bosque cuando vengan las milicias, ahí jugamos con ventaja! Les había dicho la madre del primero a sus 3 hijos. Disparad a todo lo que se mueva, que no quede ni uno vivo! Le había dicho el teniente coronel al segundo. Ninguno de los dos deseaba esa maldita guerra, y ahí estaban, a punto de matar y ser matado.

El teniente cerebro apretó el gatillo, pero el dedo era un infiltrado de la guardia y esperaba órdenes del músculo central. El cerebro veía a un enemigo, pero los ojos solo veían a un muchacho asustado. Se veía a él mismo de rodillas, sentía que disparar sería como un acto de suicidio. El dedo seguía esperando.

Notaba los brazos cada vez más pesados y el corazón más ligero. No quería morir, quería vivir, pero la resignación abatió a la razón por un microsegundo. Lo que tenga que ser será, agacho la cabeza y esperó. Nada ocurrió. Extrañado levantó la vista y vio a su verdugo temblar. Era solo un muchacho como él. Nada de esto iba con ellos dos.

De repente el primero rompió la estampa, se levantó de su posición a la par que agachaba los brazos y con una lágrima aun bajándole por la mejilla dio dos pasos firmes hacía el rifle aun encañonado del segundo. Este, que no se lo esperaba, tensionó los músculos y empuñó el arma con más fuerza levantándola en pos de una patria que no sentía. Cuando el pecho del primero alcanzó la punta del cañón del segundo se quedaron parados así durante un instante que se hizo eterno. En los ojos de los dos la ira vencía al miedo, ya no irá por el otro, si no irá por los demás, por los que los habían puesto ahí y habían intentado convertirlos en animales. No, esta vez no. No iban a matar ni a ser matados.

Todo se vino abajo, las manos del militante se desarmaron y dejaron caer el fusible al suelo. Los brazos del rebelde buscaron la espalda enemiga sin puñal en mano. La guerra se pactó sellada con la tinta de un beso en medio de la nada. En medio del estruendo de tiros y granadas. En medio del bosque el amor ganó a la guerra la batalla.

Los dos muchachos huyeron juntos a Francia para, por fin, volver a ser muchachos, y no juguetes rotos sin alma.

 

 

 

Twin Shadow/ With or without you (U2 cover)


 

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