Llevaban horas
así. O lo que a ellos les parecían horas. El uno medio agazapado en un arbusto
con las manos alzadas, temblando de miedo. El otro con un rifle en ristre apuntando
al primero con la cara desencajada e incipiente dolor en los codos por la
posición y los nervios. Ninguno sabía lo que hacía ahí. Ninguno de los dos
entendía esa guerra en la que se habían visto envueltos. Ninguno de los dos
quería matar ni ser matado.
Escondeos en
el bosque cuando vengan las milicias, ahí jugamos con ventaja! Les había dicho
la madre del primero a sus 3 hijos. Disparad a todo lo que se mueva, que no
quede ni uno vivo! Le había dicho el teniente coronel al segundo. Ninguno de
los dos deseaba esa maldita guerra, y ahí estaban, a punto de matar y ser
matado.
El teniente cerebro
apretó el gatillo, pero el dedo era un infiltrado de la guardia y esperaba
órdenes del músculo central. El cerebro veía a un enemigo, pero los ojos solo veían
a un muchacho asustado. Se veía a él mismo de rodillas, sentía que disparar
sería como un acto de suicidio. El dedo seguía esperando.
Notaba los
brazos cada vez más pesados y el corazón más ligero. No quería morir, quería
vivir, pero la resignación abatió a la razón por un microsegundo. Lo que tenga
que ser será, agacho la cabeza y esperó. Nada ocurrió. Extrañado levantó la
vista y vio a su verdugo temblar. Era solo un muchacho como él. Nada de esto
iba con ellos dos.
De repente el
primero rompió la estampa, se levantó de su posición a la par que agachaba los
brazos y con una lágrima aun bajándole por la mejilla dio dos pasos firmes hacía
el rifle aun encañonado del segundo. Este, que no se lo esperaba, tensionó los músculos
y empuñó el arma con más fuerza levantándola en pos de una patria que no
sentía. Cuando el pecho del primero alcanzó la punta del cañón del segundo se
quedaron parados así durante un instante que se hizo eterno. En los ojos de los
dos la ira vencía al miedo, ya no irá por el otro, si no irá por los demás, por
los que los habían puesto ahí y habían intentado convertirlos en animales. No,
esta vez no. No iban a matar ni a ser matados.
Todo se vino
abajo, las manos del militante se desarmaron y dejaron caer el fusible al suelo.
Los brazos del rebelde buscaron la espalda enemiga sin puñal en mano. La guerra
se pactó sellada con la tinta de un beso en medio de la nada. En medio del
estruendo de tiros y granadas. En medio del bosque el amor ganó a la guerra la
batalla.
Los dos
muchachos huyeron juntos a Francia para, por fin, volver a ser muchachos, y no
juguetes rotos sin alma.
Twin Shadow/
With or without you (U2 cover)