Bajé las escaleras corriendo
desde el piso de arriba hacia el comedor y una presencia en el sofá me paró en
seco. No esperaba encontrármelo ahí, y en cambio ahí estaba. El me miró, yo le
miré, y después de unos segundos de incredulidad por mi parte y descolocación
por la suya, lo vi en sus ojos, algo cambió en su expresión que me lo hizo
saber. Los dos entendimos que éramos nosotros mismos. La misma persona
mirándose en un bucle cíclico de pasado y futuro. No hicieron falta palabras. Tampoco
es que hubiesen salido en caso de necesitarlas, solo pude contemplar su cara
mientras me miraba. No me recordaba así, limpio, sacro, puro, libre de la
mácula con que te carga el tiempo, y de repente un nudo se me agarró a la
garganta.
Un vaso de leche con una tableta de chocolate delante de una tele
enorme de tubo amenizaba la estampa, unos libros y libretas con lo que parecían
ser cuentas estaban tirados en un lado de la mesa. En su mirada pude ver la
inocencia que da la ignorancia, puede ver la tranquilidad que proporciona el
tener a alguien que guía tus pasos, una hoja de ruta con final feliz, pude ver
tantas preguntas en sus ojos que no tuve valor a contestar a ninguna de ellas.
No habría sido justo, para ninguno de los dos. Me agache, le cogí la cara con
una mano y le hice mirarme a los ojos.
Todo saldrá bien, tranquilo. Haz
caso a mama.
Tras un beso en la frente un
estallido sordo pasó y todo se hizo a blanco. Volvía a estar en el sótano de
casa rodeado del humo blanco de las otras veces. Mis piernas no pudieron
soportar el peso de mi cuerpo y me hundí de rodillas en el suelo. Acababa de
encontrarme con mi yo de 5 años y le había mentido a la cara. No sé qué vino
antes la arcada o el dolor de cabeza. Una neblina de imágenes inconexas se
empezó a agarrar a mi mente, empezó a tomar forma. De repente encontré un
recuerdo que se sentía nuevo a pesar de que la lógica dictaba que siempre había
estado ahí. Recordaba aquel día, recordaba aquel encuentro.
Quisiera haberme dicho tantas
cosas. Nada será fácil, no todo saldrá bien, te sentirás solo, tendrás miedo,
la vida no vendrá con libro de instrucciones. Caerás y antes de levantarte ya
estarás en el suelo de nuevo. Habrá momentos dulces y otros de muy jodidos.
Nadie te dirá lo que tienes que hacer o si lo que haces es lo correcto. Nadie
tiene respuestas y las cosas a veces se van a la mierda por momentos. Pero es
así y tendrás que aceptarlo, y aprender a pasar y buscar lo bueno en lo malo, y
en lo peor, y puede que en algún momento después de todo la felicidad no se te
haga tan esquiva, pero eso yo no te lo puedo asegurar, tendrás que vivir con la
duda y aprender a dejar de tener miedo, y eso solo lo puedes hacer tu mismo. Ni
si quiera yo te puedo ayudar. Solo intenta ser feliz vale, solo inténtalo, puede
que ese sea el primer paso.
Algunas mentiras no se olvidan
nunca.
Catfish and the Bottlemen/ Tyrants