miércoles, 19 de septiembre de 2012

Diálisis de un bidón de pis!!!



 “Mama, Papa, os quiero… pero pronto estaré muerto”


Llevaba ya días encerrado en casa, el ambiente se había ido volviendo opresivo y lúgubre a una velocidad exponencial en las últimas horas. El mismo aire había entrado y salido ya varias veces de los pulmones de James que se aferraba a su portátil como si le fuese la vida en ello. De hecho exactamente yéndole la vida en ello.

Llevaba lo que para él parecían lustros sin dormir, con las retinas inyectadas en lo que antaño hubiese sido sangre pero ahora mismo solo podía ser una mezcla entre cafeína, taurina y codeína a partes iguales. En las últimas horas no es que no hubiese dormido, es que no había comido, no se había duchado, no había salido de su habitación y por poco, casi no había ni meado (la maceta de su ventana daba buena fé de ello). Y no es que no hubiese querido, no…  lo justo sería decir que no había podido.

Desde el martes pasado solo había hecho una cosa, teclear en su ordenador, eso y soltar los mayores improperios que se han oído en la faz de la tierra desde que Cardenas le cambió al Arlequín a aquella jamelga por Carmen de Mairena en plena secuencia porno en esa obra del séptimo arte llamada FBI “Friquis Buscan Incordiar”. En un momento de la pesadilla en la que se veía inmerso llegó a pensar que nació tecleando. La majestuosidad del blanco de las teclas del Mac Book se empezaba a mezclar con la sangre de las rozaduras de sus dedos. Hacía unas 7 horas que las había pasado canutas con un calambre que le recorría la mano derecha, pero supuso que hasta del dolor te acabas acostumbrando y cuando alcanzas ese limbo en que no sabes si estás muerto o vivo mientras sigues tecleando un pinzamiento en una mano pasa a ser un mero eco difuso, como un halo remanente que escuchas tras los oídos sangrantes y el zumbido sordo de una bomba atómica estallando, sonido acuático sin más.

Y escribía y escribía, y maldecía y maldecía, y de vez en cuando se hundía soltando alguna lagrimilla lastimera sazonada con un porqué yo, para a continuación seguir maldiciendo con más fuerza. “Maldito bastardo hijodelagranputa!!!”, podría haber aprendido un loro que hubiese estado en esa habitación en las últimas horas, y ni siquiera un loro de los muy listos, no no, uno de los normalitos tirando a tontos.

… es un genio, ya lo veras. Te hará sacar lo mejor de ti.


… Su puta madre!!! Suspiraba James. Aun no entendía como había acabado haciendo caso de Steward, si ni siquiera le calló nunca muy bien en la facultad de periodismo. Era de los típicos que se inventaban mil excusas para no dejarle los apuntes de cualquier asignatura a semanas del examen, solo para regocijarse en su descalabro inminente y flagrante. Incluso siempre sospechó que había sido con él con el que le puso los cuernacos Jennifer, su antigua novia de la universidad. Esa sonrisita de medio lado cada vez que se cruzaban después de aquello, y esas palmaditas condescendientes, o cuando compró delante suyo condones sabor piña en la farmacia para una cita que tenía esa noche, precisamente los preferidos de Jenny…palméate tu el orto maldito hijo de un lemur!!!

James ya no sabía si todo eso había ocurrido de verdad o era la paranoia que le estaba empezando a afectar a todos los niveles. Y para más inri ese verano estaba haciendo un calor que ni en siglos, podía notar como se le derretían las cejas al mínimo contacto de los tímidos rayos de sol que se colaban por la persiana. Ni la luz quería entrar en esa ratonera que llamaba apartamento. Todo ese sudor en su frente, en las palmas de las manos, en los pliegues de su denostada huevada, en el capullo no circuncidado de su cada vez más pequeña polla, todo perfectamente estudiado y planeado por un ente divino para joderle vivo. Pocas cosas veía más claras en ese momento. De hecho debía ser la única porque todos los demás pensamientos se le aglutinaban a las puertas del cerebelo y no se dejaban entrar unos a otros.

Y aun sin entender cómo ni por qué, lo hizo, escucho el consejo de esa rata de Steward después de explicarle que últimamente había estado barajando la posibilidad de escribir una novela o algo del estilo. Siempre se le había dado bien escribir relatos cortos. Se sentaba delante de su portátil y se evadía del resto de mortales que poblaban su ya de por sí gris mundo. Y sobre todo de ese trabajo de articulista en el New Reporter que tanta vida le había ido chupando poco a poco en los 7 años que había tachado a base de palitos en su cubículo-celda. Escribir le redimía, le devolvía a un James de años atrás que creía perdido, un James soñador con toda una vida por delante. Y lo más importante de todo, un James que se respetaba a sí mismo.

Así que sin pensarlo mucho se plantó esa tarde en la dirección que Steward le había apuntado en aquel postit rancio en forma de perrito y se presentó delante de aquel editor maravilloso con su método revolucionario al que tanto había dorado la píldora el muy bastardo. Seguro que iban a comisión, o era su cuñado o alguna mierda de esas. Se sentó en la sala de espera sin apartar la mirada del canalillo de la recepcionista, de forma que casi se cae al no cuadrar su culo con la silla. Al cabo de media hora de ojear revistas rancias sobre apicultura y otras lindeces salió el tal Walt por fin a atenderle. En ese momento aun no sospechaba que estaba estrechando la mano del mismo diablo, ay caramba! Ni el mismísimo Rupert Murdoch tendría pitera de publicar las fotos de ese tipo desnudo en un hotel de las Vegas. Es más, incluso el señor Burns de los Simpson parecería un gatete con pupilas manga gigantes y vidriosas de los que salen en los powerpoints al lado de esta abominación sin alma mal llamada persona.

La conversación en la cueva de Lucifer fue directa y escueta. James explicó brevemente sus intenciónes barra sueños literatos al novo conocido y, después de ojear este último varios de los relatos cortos que James le extendió no con mucha pericia a la hora de disimular los nervios que le afloraban a modo de tembleque en la mano, espetó:

La cosa es sencilla James, estoy dispuesto a ofrecerte un jugoso contrato por tu primera novela, pero… (se hizo un silencio tenso)… tendrás que jugar según mis normas. Como ya sabrás hoy en día el tiempo es oro y las entregas para los editores, con los márgenes de beneficios en que nos movemos últimamente, son sagradas. Y no solo eso, también existe el llamado bloqueo del novato, el miedo al papel el blanco, y miles de filias y fobias más que no te cuento porque te marearías. Yo, James, te garantizo aquí y ahora que con mi método no solo alcanzaras el máximo rendimiento potencial de ti mismo, sino que, y esto es lo mejor, alcanzaras cotas de creatividad que seguramente no sabías ni que existían en el ser humano, y mucho menos en ti.

Ahhhhh, claro, vaaaaale, y… que método es este?

Eso James, solo podrás descubrirlo si aceptas el reto. Veo madera  en ti chico, pero debes confiar en mí.

James no sabía qué hacer. El discurso de ese tipo trajeado y engominado tenía mucho de predicador farandulero de los que curan niños tocándoles la cabeza y dicen aleluyah, sí, pero sus ansias por llevar a cabo una de las tres buenas acciones por antonomasia en los hombres: plantar un pino, escribir un libro y quemar a un niño, le hicieron firmar lo que después entendería como su más que probable defunción.

A partir de ahí las instrucciones fueron claras. Tan claras como escasas: vete a casa, y una vez allí… recibirás más instrucciones. Dicho y hecho, James no entendía muy bien tanto misterio, pero había decidido seguir el “método” y eso es lo que iba a hacer. Una vez en casa esperó, y vio la tele, y esperó, se pegó una ducha, y esperó, y se la cascó dos o tres veces pensando en el escote de la secretaría de Walt, y esperó, y pidió una pizza, y esperó, y cuando ya empezaba a desesperar de tanto esperar llamaron al timbre… ostia, y yo sin cambio! Era la tercera vez que le pasaba este mes… los del Telepizza lo iban a matar!!! Cuando se acercó a la puerta con ese bigote falso que se había comprado en la tienda de disfraces de la esquina y ensayaba la voz de Paqui que tan mal le salía… io no si quien es James io ser Muhamad! Se sorprendió al no ver al gordo granudo vestido de rojo de cada semana. En vez de eso era un mensajero  de UPS que le traía un paquete urgente… Muhamad? Perdone me debo de haber equivocado… no no, es aquí, soy James, es que a veces me gusta bromear con desconocidos aja aja aja, a que es buena, si en fin, deme deme que le firmo…

Una vez se fue el motorista sorprendido por los niveles de estupidez humana alcanzados en la madre tierra, James se sentó en su habitación y desenvolvió el paquete. Era un Mac Book blanquísimo y novísimo a estrenar, con una nota que rezaba: “Este es tu nuevo portátil de trabajo, ábrelo y sigue las instrucciones”. James estaba tan emocionado que ni reparó en el orondo a la par que redondo repartidor de pizzas que se dejaba las falanges picándole al telefonillo. La excitación era demasiada para comer, el comer está sobrevalorado, como el dormir y el respirar, pensaba mientras la manzana del placer le daba la bienvenida a un mundo que ni se i-Maginaba.

Todo fue bien hasta que apretó ese fatídico botón. El botón que lo abocaría al infierno sin billete de vuelta, como ir de público a Sálvame Deluxe (por orden judicial, que es por lo único que se me ocurre que alguien podría ir a ese programa en su sano juicio) y un segundo antes de encenderse las cámaras una voz en off dice: bienvenidos al especial maratón de 24 horas seguidas!!! Y ahí es cuando empiezas a escupir sanguijuelas por la boca…

Ese botón no era otro que el click de mouse que abrió el documento Word titulado “Instrucciones”. Colocado justo en el centro del escritorio imploraba a gritos la atención de todo aquel que se sentase delante de la pantalla, incluso si la intención del susodicho hubiese sido buscar videos de monos que se meten el dedo en el culo, se lo huelen y después se marean o buscar el significado de la palabra Redtube en el google por desconcertante y azarosa, hubiese sido imposible para el patán medio no clickar ese Word.

James que no andaba muy alejado del patán medio clickó dicho Word y algo extraño sucedió. En vez de aparecer la típica ventana del Word, que también, apareció además una extraña ventana que simulaba una especie de electrocardiograma en tiempo real más extraño aun si cabe, dividido horizontalmente por una franja que separaba dos zonas de la ventana por colores, la superior verde, y la inferior roja. Los colores no eran heterogéneos si no que se iban degradando poco a poco pasando de una tonalidad a la otra. En la parte superior izquierda había un contador que empezó una cuenta atrás de, según el marcador, 5 minutos. Absorto en la ventana James  tardó en reparar en el texto que aparecía escrito en el Word. Decía así.

Buenas, acaba usted de ser seleccionado para llevar a cabo el método de desarrollo de expansión creativa del profesor Walter McChausen. Si observa el cronógrafo que le aparecerá en la ventana superior podrá visualizar un temporizador y un contador de pulsaciones mecanográficas por minuto. En el momento en que el contador llegue a 0 deberá empezar a escribir en este Word en blanco, lo cual quedará registrado por el pulsómetro según una escala de pulsaciones por minuto o ppm. En el momento en que estas pulsaciones bajen de más 350 ppm se retroactivará una cuenta atrás de 10 segundos no reversible para la ignición de una carga explosiva adosada al hardware de este portátil…

… eeehhhh, si claro, muy listo profesor, pero hace mucho que superé Psicología de 4º grado, pensó James justo antes de ver el sello de la garantía de Apple rasgado en la paste posterior del portátil y los tornillos manipulados, cosa que le hizo apretar el culo instintivamente. El texto proseguía…

No se preocupe, relájese y disfrute de la escritura, seguro que las ideas empiezan a surgir con fluidez. El programa está conectado vía satélite al portátil del profesor Walter McChausen, al cual le irán llegando reportes periódicos de los textos que usted teclee, así como las imágenes capturadas por la webcam instalada en su MacBook. En el momento que el profesor considere que la calidad de su novela es la adecuada desactivará vía control remoto la detonación de los explosivos, en caso contrario será mejor que continúe tecleando.

… pero que cojon…

En caso de no dar fé de los hechos aquí explicados consulte los siguientes documentos…

… a continuación había dos links marcados en azul, el segundo con password, James continuó leyendo y obvió por unos instantes los enlaces…

En caso de que el miedo al ejercicio aquí planteado le empuje a contactar con las fuerzas del orden, véase la policía, u otros cuerpos gubernamentales, la bomba se autodetonará. En caso de que intente pedir ayuda del exterior, sea cual fuere su índole, la bomba se autodetonará. En caso de que desconecte el ordenador, la bomba se autodetonará. En caso de que se mee en los pantalones, la bomba se autodetonará…

… tranquilo, esto último es broma. Puede mearse tranquilamente que no pasará nada.

Un James ya claramente en estado de pánico linkó en esos momentos el primer enlace de los aparecidos arriba. Era un artículo de un periódico local de su comunidad donde se describía la desaparición repentina y misteriosa de un conocido escritor de la zona venido a menos. De hecho esa cara le sonaba, era… era su profesor de “Historia del Mundo Actual I”, de su primer curso en la universidad!!! En ese momento le vino la noticia como un flash, recordaba ese suceso… a mitad de su segundo curso en el campus se formo un revuelo enorme con el tema. El profesor Mortimer desapareció de la noche a la mañana sin dejar rastro. Los profesores más allegados comentaban por los pasillos que el curso anterior había dejado las aulas para centrarse en su nuevo libro, el cual le estaba costando parir más de lo debido.

El dedo índice de James empezó a temblar encima del ratón al escuchar en su cabeza a su postcognosis narcoléptica recitarle esa última frase. Empezaba a intuir lo que vería detrás del segundo link y no sabía si tendría huevos de constatar lo plausible, lo que hasta ahora se le dibujaba en su mente como difuso podía adquirir una forma tan tangible y de una manera tan brutal y desgarradora que tenía miedo de caerse sin sentido de morros en el teclado. Aun así no le quedaba otra, apretó los dientes y continuó con el segundo link. Era un acceso a youtube que le pedía contraseña. Tecleó con los primeros conatos de odio hacia aquel nombre que ingresó en mayúsculas: WALTERMCCHAUSEN. El link se despejó y dio acceso a un video de un minuto. El horror se hizo ser. Era el último minuto de un muy desmejorado Mortimer, grabado desde la webcam de un ordenador blanco, como el suyo, y dedicando sus últimos alientos de vida a despedirse de su familia mientras no dejaba de llorar y teclear.

Maria, Jess, Guilian… recordad que siempre os querré. Decía de una forma casi ininteligible por los sollozos en modo POV a la cámara deshumanizada de su portátil-verdugo. Segundos después cesó el tecleo, levantando las manos lentamente hacia el cielo mientras cerraba los ojos. Las imágenes siguientes helaron la sangre de un James pálido como la mojama. Una explosión titánica dio paso al crepitar de la imagen, como cuando antaño no existía la teletienda y a medianoche solo las rayas te devolvían la mirada de un televisor sonámbulo. En ese momento nuestro yanotanapasionado escritor novel podía haber batido el record de dilatación de latidos del corazón sin falta de la droga que ingirió Julieta en Verona. Incluso cualquier forense de primer año hubiese certificado su defunción por paro cardiovascular sin miedo a equívoco alguno.

Cuando consiguió volver a la vida James reparó en unas últimas líneas al final del texto…

Cuidado, si ya vas por aquí, y no eres un lector muy rápido, significa que ya deberías ir empezando a teclear.

… su pulsación empezó a acelerarse a ritmo de Usain Bolt recuperando posiciones a James Blake en la final de los 100 en Londres… Una última línea coronaba el epitafio.

 
Dato curioso: 500 gramos de Hidrocarburo de Trinitrotolueno, más conocido como TNT, puede reducir un cadáver de cachalote adulto a cenizas en 3,07 segundos… aquí hay 2 kilos.



Suerte.




Usain Bolt era una tortuga de las galapagos comparado con el corazón de James en ese momento. Cuando se quiso dar cuenta agacho su mirada hacia el teclado y vio a unos dedos moverse a una velocidad de vértigo, tardo unos segundos en asimilar la información y reconocerlos como suyos. Instinto de supervivencia animal, ese hecho. No sabía ni lo que estaba haciendo ni lo que tenía que hacer, solo sabía que había que escribir pero YA. Tampoco sabía qué escribir así que se tiró la primera hora alternando entre palabras que no descifraría ni un programador de captchas a sueldo, frases de socorro lloriqueantes que obviamente nadie leería, e insultos exacerbados por una rabia infinita primero hacia ese puto loco que le estaba haciendo esto, y luego hacia él mismo por imbécil. En ese tiempo hubo varios intentos (muy ligeros) de probar la veracidad de aquella trampa Saw-iana decelerando lentamente la escritura, para seguidamente volver a acelerarla por acojone galopante al ver como el pulsómetro de la parte superior pasaba de la franja verde a la franja roja emitiendo estridentes pitidos de warning. Cuando por fin empezó a entender que así no iba a conseguir nada comenzó a escribir cosas con estructura de sujeto-verbo-predicado.

...

James llevaba ya lustros apostillado ante ese ordenador, había pasado por todos los estadios emocionales posibles en un ser humano. Ira, agonía, tristeza, soledad, frío, miedo, llanto, felicidad, martes… todos!!! Jodidamente todos!!! La falta de sueño incluso le hacía tener alucinaciones, como esa en la que creía ser un delfín, alternando la desconexión de su lóbulo occipital derecho con la del izquierdo, en este caso no para poder seguir nadando sin ahogarse como los inteligentes mamíferos, si no para poder seguir tecleando sin morir. Claro esa era la solución! Quien necesita dormir completamente pudiendo hacerlo por partes! vale en esos momentos vas un poco a ralentí, pero eehh los zombis también tienen derecho a la vida no?... ya no sabía ni lo que decía…

Ya había escrito sobre todo lo escribible. Había escrito sobre su infancia, los veranos con la familia en el bierzo, había relatado su comunión, había descrito con exhaustividad milimétrica de pervertido la forma en que lamio su primer pezón, había escrito los fragmentos de guión que recordaba del Retorno del Jedi, las partes de Chewaka incluidas, había enumerado todos los chistes que recordaba de chiquito, recetas de cocina e incluso había redactado su propia esquela. Sabía que nada de eso le valdría para salir de allí pero solo esperaba el momento en que una iluminación bajase en forma de zarza en llamas y le dictase lo que escribir. Lo que fuese para engatusar al locos de la coles y que parase la bomba. Pero no ocurrió nada y las fuerzas empezaban a flaquear.

En un momento límite de su pesadilla antes de navidad dirigió la flecha del ratón con una mano hacia la esquina mientras tecleaba con la otra y abrió una pantalla del Explorer. Echando una mirada de soslayo a la webcam, como no queriendo cambiar la expresión de la cara, escribió rápidamente en google: departamento de policía. Al instante y dándole un susto de muerte apareció una especie de versión maligna del clip del Word con ojos de Mickey Mouse hasta arriba de M en una esquina con una mano en la cintura y moviendo la otra de lado a lado con un dedo en alto mientras una voz robótica repetía: no, no, no… no, no, no!!! Cosa que de por sí sola no le hubiese importado mucho a James… había que probarlo… si no fuese porque el inquietante personajillo vino acompañado de un bip repetitivo. Al finalizar este bip James pudo ver, con los ojos saliéndosele de las cuencas, como la raya horizontal que dividía el electrocardiograma en zona verde segura y zona roja pumm se elevaba ligeramente aumentando el límite del que no podía bajar de 350 ppm a 400 ppm.

Instintivamente tuvo que acelerar la velocidad de tecleo si no quería formar parte del estucado de la pared en cachitos como el viejo Mortimer. Maldito hijodelagranputa!!! Lo había planeado todo!!! Todos sus movimientos!!! Iba cinco pasos por delante de él y hacía demasiadas horas que no sabía dónde buscar más fuerzas para continuar tecleando. Estupendástico, fantabuloso, iba a morir y el malo ni siquiera le había puesto una prostituta entre las piernas mientras realizaba su maligno juego como en aquella película, como se llamaba… Operación Swordfish? Claro que Walt tampoco tenía la clase de Travolta, ni él era Lobezno. De repente le vinieron un montón de metáforas cinéfilas para su situación… ahora entendía lo que sentía Keanu Reeves en aquel maldito autobús!!!

Fue entonces cuando le vino la inspiración. Si, él no iba a morir allí. Él era como aquel tipo que se había quedado con el brazo pillado por una roca mientras hacía escalada, en aquella otra película. 127 horas. De hecho él era exactamente ese tipo. No sabía si llevaba 127 horas en esa caja de zapatos apestante a cloaca tecleando sin parar. Lo que si sabía es que no moriría allí. Si el tipo de la roca acabó cortándose el propio brazo a mordiscos antes que morir en aquel agujero el no iba a ser menos!!! Obviamente no pensaba cortarse un brazo, eso solo hubiese servido para tener que teclear el doble de rápido con la mano restante, estúpido. Decidió que encontraría la manera de salir de allí. Con determinación un hombre es capaz de alcanzar cualquier cosa que se proponga!!! Con determinación y con dinero, pero como sobornar al pc no le había dado resultado, decidió que tiraría por la vía de la determinación.

Primero lo intentó con algo que tenía en un cajón de uno de sus tantos viajes a Camdem, un pajarito como el de Homer cuando se vuelve gordo y trabaja en la central desde casa, de los que con un poco de agua en la parte trasera mueven la cabeza arriba y abajo. Enseguida entendió que el pajarito no sería capaz de aguantar el ritmo del pulsómetro. Maldita televisión, siempre con sus engaños!!!

Fue entonces mientras estrangulaba el pajarito con una mano y tecleaba con la otra cuando le sobrevino una última idea a la desesperada. Pediría ayuda sin pedirla!!! Claro, como no se le había ocurrido antes!!! En ese momento se acordó de su blog “ Diálisis de un bidón de pis!!!”, ese que actualizaba cuando aún era una persona y no un futuro fiambre. Escribiría todo lo que le estaba pasando a modo de relato con pseudónimos y nombres falsos para que Walt no sospechase nada y lo colgaría en su blog. En cuanto sus lectores, que según decía su madre a las amigas se podían contar a cientos, leyesen el post, atarían cabos y llamarían raudos a la policía que acudiría a su apartamento ipso facto para desactivar la bomba y  rescatarle flaco y desnutrido cual Ortega Lara de nuevo cuño. Hu, ha!!!... estaba salvado!!!

Con los últimos gramos de energía que le quedaban empezó a escribir la actualización que le libraría del infierno:


“Mama, Papa, os quiero… pero pronto estaré muerto”













Kanye West/ Cruel Summer (Compilation)



 

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