lunes, 28 de octubre de 2013

Principe de ensueño


 
Marinero de buena cepa, alto, bien plantado, robusto, con un toque chulesco pero sin llegar a ser altivo, de buena familia y divertido sin ser payaso.

Marie aun o podía creerse la joya que le había tocado con Orson. Desde que lo conoció la semana pasada en aquel bar cerca del puerto vivía en una nube. Unos tipos del mal vivir le habían increpado con malas palabras alabando las bondades de su bienformado trasero y busto, y él salió a escena para mantenerlos a raya. Marie aun se ruboriza pensando en lo por sorpresa que le pilló la gratuidad con la que su bajo vientre recibió el gesto de su inesperado salvador. Que calor hacía en el local de repente.

Orsón se disculpó por lo grosero de los actos de sus compañeros de procesión. El mar puede ser un enemigo vil para la soledad de un hombre, le espetó mientras la invitaba con cortesía y alevosía gentil a una cerveza en la barra. Marie guardó las formas y esperó más de lo que le hubiese gustado para dejarse arrastrar previo caballeroso cortejo a la alcoba del novoconocido.

El paseo en Harley hasta llegar a la cama se hizo especialmente duro para ella. Un minuto más agarrada a la cintura de aquel macho montada en aquella maquina y hubiese podido pasar al cigarrillo de después directamente.

Si el paseo fue duro lo que vino después no desmereció. Hora y media de piel con piel, besos tiernos y embestidas suaves (y no tan suaves) y a Marie se le escapó un jadeante si quiero sin pregunta alguna.

La semana siguiente trajo más de lo mismo al mismo nivel. No había descanso para el asombro de Marie ante el homo perfectus. Su nube era cada vez mas mullidita y esponjosa. Toda una vida de miserias amorosas con protohombres de tres al cuarto que lo mas romántico que alcanzaban a expresar era la traviata con eructos, y ahora esto. El karma existía y ahora entendía la colección de animales de bellota que había tenido que soportar hasta el momento, Orson equilibraba el marcador de toda una vida.

Esa noche, 7 días después de la fecha que pensaba celebrar por el resto de su vida, Orson le preparó una cenita romántica a la luz de las velas… en la bañera. Era lo más dulcemente guarro que nadie le había propuesto, la perra en celo que convivía con la delicada dama dentro de Marie estaba tan contenta como su compañera de piso. Cenaron sushi en una mesita dispuesta para tal efecto en el centro de la bañera a la luz de un cd de su cantante preferido. No recordaba en qué momento le había revelado su devoto platonicismo ante aquel álbum y su creador, pero el muy cabrón lo había clavado. El segundo si quiero en menos de una semana se escuchó en la mente de Marie.

Tras la cena vino el postre, para el cual decidieron pasarse a la visco elástica sin muelles 2 x 2 de la habitación. Al acabar Marie pensó por un segundo que los ojos no le volverían a su sitio después de tanto rato teniéndolos en blanco. En ese momento lo tuvo claro, no existían las mujeres frígidas, existían las mujeres que no habían conocido ESA polla.

Tras el dulce combate Orson se mantuvo abrazándola durante un buen rato desnudos en la cama, manteniendo su cuerpo caliente, cuando ella totalmente rendida ante los pies de aquel príncipe de ensueño le susurró:

-          Mmm, me encanta todo lo que me haces en la cama, si quieres que yo haga algo por ti no tienes más que decírmelo…

-          Pues ahora que lo dices sí que hay algo que me gustaría pedirte…

-          … lo que sea…

-          … llevamos una semana viéndonos y me daba un poco de corte al principio…

-          … solo dímelo…

-          … puuueessss… te importa si el próximo día llevo un tutu rosa?

 

 




¬¬’

 

 

 

 
 
… pobre Marie, alguien tenía que haberle avisado de que nadie es perfecto.

 


Daft Punk/ Doin’ it right



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