lunes, 8 de agosto de 2016

Y ahora él


Michael aun no tenía muy claro los últimos dos años en su mente, todo era una nube inconexa de acontecimientos antiguamente harto improbables, y actualmente demasiado reales. No sabría definir en qué momento exacto comenzó el peregrinaje de una piel hacia la otra, pero ahí estaba, parado enfrente de un cristal, observando cómo se cerraba el circulo de la carne. Intentando asir las pocas neuronas atentas que le quedaban para sentarlas en sus pupitres y explicarles que ese de ahí, esa cosa roja, inmóvil y despellejada, ese era su hijo.

Y de algún modo extraño sintió felicidad. Debía de ser eso porque normalmente no se le resbalaba una lágrima de la cara por nada. Por primera vez en mucho tiempo sintió como se le desabrochaba el cinturón del corazón.

Hacía tiempo que había desistido de intentar responder todas esas preguntas que le invadían de pequeño, todos los porqués detrás de cada acción humana, se había dado cuenta de que, uno, era demasiado viejo para perseguir el Atlantis, y dos, admitámoslo, no era tan listo. 

Y ahora él.

Mientras lo observaba podía palpar el pliegue temporal, podía verlo, como si estuviese presenciando su propio nacimiento en 1982. Se veía a sí mismo en el cuerpo minúsculo de Thomas, abriendo los ojos y viendo como ese viejo ajado de detrás del cristal no paraba de mirarle, como un espejo en bucle. Y la veía a ella también. Un nuevo renacer.

Mirándole Michael supo que su vida ya no sería suya nunca más. Y eso le alivió. Supo que toda la mierda que rodea este mundo ya no le podría alcanzar, que por fin era libre, pues a partir de ahora podría presenciar el folio en blanco en su hijo. Thomas le regalaría el don de la ilusión ante una piedra, ante una fuente de agua cristalina, o ante un gusano de seda. Y a todos los Dioses ateos Michael ponía por testigo que ese niño iba a ser feliz en este mundo podrido, como si a su padre le tenía que ir la vida en ello.

Observando detrás del cristal no paraban de venirle a la mente todas las frases motivacionales de padres a hijos que había escuchado durante todos estos años, las mismas que le provocaban arcadas y risas por igual. Hijo, no dejes nunca que nadie te diga lo que no puedes ser. Hijo, nunca hagas nada para contentar a los demás. Hijo, puedes ser lo que quieras en la vida. Y la peor de todas: hijo, lo único importante es que tú seas feliz. Pensaba en lo planas que las había encontrado siempre y en el mucho sentido que les veía de repente a todas ellas. Qué asco. Malditos padres, ellos lo sabían todo desde el principio!

No podía dejar de mirarlo, con la mano en el cristal, casi notando el pequeño repicar de sus latidos, como los tambores del fin del mundo, pero al revés, casi sincronizándolos con los suyos propios, lo daría todo por ese niño, lo sería todo por ese niño, lo…

- … perdone, caballero…
-

La enfermera de sala insistió…

- … caballero?
- … si?
- Es usted Michael Westerh?
- … si soy yo…
- … padre de Thomas Westerh?

Michael volvió a mirar a Thomas en la cuna y se le iluminó la cara, era la primera vez que alguien se dirigía a él como el papa de Thomas…

- … yo mismo, si
- … vale, es que está mirando al niño que no es, el suyo es el de la cuna de al lado…
-




(…)





Pobre Michael, nadie le explicó que la conexión padre-hijo no se hace en unas horas…




Crystal Castles/ Enth

https://www.youtube.com/watch?v=Ngr7AjT2Li0





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