Había tenido un día duro. Ermes
era corredor de bolsa y desde hacía un tiempo nada iba bien. Esas dotcom le
estaban chupando la vida, todo era más fácil cuando la burbuja inmobiliaria aún
no había explotado, soltabas los típicos bulos en los corredores, dejabas caer
los no menos típicos sobres en las manos indicadas, y todo era miel y melaza.
Chivatazos y algún que otro brillo esporádico de ideas simples bien ejecutadas…
pizza de patatas fritas, bbboommm Telepizza al alza! Una cabina de teléfonos en
tu bolsillo? BBBaaannnggg Nokia por las nubes! Un caramelo en un palo? Joder síííííííí!
Caaaabuuuummm Chupachups que se pone gallito! En cambio ahora, todo era ingeniería
económica, todo estrategias de mercado opaco, tenías que ser el puto Bill Gates
para saber que iba a estar IN mañana y que iba a estar OUT. Ni el mismísimo
loco adorable de Leonardo DiCaprio en esa película de
politoxicómanos-psicóticos folla-putas con sarna y lanza-enanos a dianas
gigantes hubiese sabido que hacer en estos días.
Pero todo eso daba igual entre
esas cuatro paredes. Entre esas cuatro paredes no había ricos ni pobres, no
había reyes ni plebeyos, no señor, entre esas cuatro paredes todos éramos hijos
del señor, imperfectos en nuestra eterna flatulencia, maravillosos a nuestra
hedionda forma. Ermes debió ser un reloj suizo en otra vida, y cada día a la
misma exacta hora, y en el mismo exacto lugar del mundo desde hacía demasiado tiempo
ya, plantaba un señor pino justo antes de irse a dormir. En el epicentro mismo
de su sagrado templo de la contemplación, allá donde nada irrumpía su calma, ni
las Stock Options, ni el Downjones, ni su compañero de cubículo retándolo a
sacarse un huevo en medio de esas compra-ventas frenéticas en el parqué delante
de todos esos televisores con números que todos hemos visto en las películas. Ni
siquiera eso molestaba a Ermes en su momento de creación. Porque esos eran
momentos para él.
Es en esos momentos cuando te
encuentras de frente con la naturaleza más tosca. El hombre contra dios, su
creador, a manos vacías. Se podría decir incluso que el acto destila poesía por
los cuatro costados. Despojado de todos esos tecno-atavíos de los que nos
rodeamos hoy en día el hombre se muestra primario, cuasi animal, la creación en
su más perfecta y arisca forma. Con los pantalones por los tobillos eres tu
contra un mundo que te obliga a comer McDonals por las orejas porque eso es
para lo que estamos pensados, eres tu expulsando de ti a los demonios del
capitalismo que se han agarrado a las paredes de tu estómago como la miel a las
moscas. Pero no, no somos tan perfectos como nos creíamos, y debemos desechar
lo innecesario que llevamos dentro, porque llevamos mucho de innecesario, y
dejar sitio para más, porque si algo queremos los seres humanos es más, siempre
más. De todo.
Está siendo un batalla cruenta
esta noche para Ermes. Esporádicamente le viene uno de esos días en que a media
pasta de dientes un grumo tapona la salida y debe redoblar esfuerzos por dar a
luz al nonato. Son días difíciles, duros, en los que la biomasa te hace sudar
la gota gorda para alcanzar tu ración de adelgazamiento diario. Pero hoy… lo de
hoy es distinto. Lo de hoy le está llevando más de la cuenta. Lleva rato dilatado
y el doctor aun no le ha hecho pasar a la sala de partos, viene de espaldas ha
oído decirle una enfermera a otra entre dientes. Joder. Su mujer lo llama desde
la habitación contigua. Estas bien cari? Si si, dice él… seguro? Le pregunta la
vena de su frente… que sí joder!... Bueno no hace falta que te pongas así! Te dije que no te comieses ese último
burrito! Responde su mujer airada.
La podredumbre se hace camino a
empujones, arrastrándose por el túnel como Steve McQueen en la gran evasión,
sin certeza alguna de ir a ver el final. Ermes batalla porque así sea. Batalla
tan fuerte que cree que le van a empezar a sangrar las encías. Se imagina a sí
mismo peleando contra un oso en medio del bosque con la mera ayuda de una
estaca. Imágenes de lucha vil, descompensada. Se imagina ser Son Gohan en la
batalla final contra Célula, Kamehame contra kamehame, todo muy épico y
virulento, solo que su Kamehame no quiere salir. Entonces el espíritu de Son
Goku desde el más allá posa su mano en el hombro de Son Gohan y le dice: vamos
hijo, vamos… tu puedes! Ermes en ese momento nota la mano de su difunto padre
en el fragor de la batalla en su hombro. Este le susurra al oído: caga hijo,
caga… tu puedes! Su ano está apunto de rasgar el espacio tiempo, tiene miedos
reales de convertirse en gay después de todo esto. AAAARRRRGGGGGG MUERE
CÉLULAAAA, ESTO POR LO QUE LE HICISTE A A16!!!! AAAAAKKKKKK..
Ermes parece desfallecer. Cuando
vuelve del vahído abre los ojos y se nota la frente perlada en sudor frío. La
lucha acabó. Charlie salió de la Candy Mountain. Lo sabe porque ha dejado de ser
un señor mofletudo que fuma un puro y ahora es simplemente un señor mofletudo
sorprendido. Ya no nota un gato de coche metido por el culo, puede volver a
cerrar el ojete! Se nota ligero, aliviado, la gravedad tira de él un poco
menos. Es en estos momentos de silencio ensordecedor después de la guerra, aun
con los cascotes de las ruinas a nuestro alrededor, cuando el ser humano
desarrolla esa larva en su mente, esa idea infecciosamente enfermiza, que
carcome y nubla los sentidos… la morbosidad. Muchos la enmascaran dándole una
leve y poco engañosa capa de pintura nutricional. Si la caca flota eso es bueno
porque los ribococos están bajos, si es muy blanda es malo porque significa que
nos hemos dejado el gas abierto, si es de color negro es malo porque… pues
porque es negra y solo la raza aria debe alzarse!
Bullshit.
A la gente se la sopla su salud y
su futuro, para eso ya tienen los posos del café y a Sandro Rey. Un recién
cagado es Frodo en el Monte del Destino con el anillo en la palma de la mano y
la lava a sus pies, corruptos y podridos hasta las entrañas. Quieren morbo,
quieren marru, quieren ver el horror con sus propios ojos, palpar las secuelas
del napalm en esos chinos del Mekong, desean escrutar la ciénaga, chapotear en
ella, escanear los surcos incorruptos de sus propios desechos, almacenar esa
información para analizarla con tranquilidad en el amparo de la colcha de su
cama. Two Girls and One Cup? 18 millones de visitas. Somos así. Necesitamos ver
el cadáver. Esos somos nosotros Dios, ahora quiérenos si tienes huevos.
Y Ermes no es menos. Así que aun
con un flaqueo de piernas que no había experimentado en 20 años de sexo con su
mujer se levanta, se sube los pantalones del pijama que le regaló su suegro
harto de verlo pasearse en bolas por la noche en la finca de veraneo que comparten,
se gira sobre su propio eje y dispone sus retinas en modo ráfaga para
contemplar el Picasso.
Lo que encuentra no es bien bien
lo que había imaginado. En su mente esperaba encontrar un ejemplar único, como
esos peces monstruosos de algún lago de Alabama que los lugareños dicen haber
visto alguna noche mientras le daban al jarabe del abuelo en la barcaza y del
que solo se oían rumores y leyendas. Uno de esos atunes de 200 kilos que 5
faeneros sostienen en una foto descolorida del 1973 en las costas de Finlandia.
Pero no, para su inesperado estupor allí no hay… nada. La taza está limpia como
una patena, preparada para que se le vierta el cocido más exquisito para los
más distinguidos comensales. La sorpresa deja noqueado a Ermes. No puede ser.
Él lo ha visto! Bueno visto no, pero… lo ha notado! Vaya si lo ha notado. Una
madre ñú notaría menos salir a su bebe ñú el feliz día de su alumbramiento, con
la comadrona ñú y el padre ñú cogiéndole de la mano y toda la pesca. El donut
hinchable doble de la atracción esa de Isla Fantasía que deberá usar mañana en
la oficina para poder sentarse da buena fe de ello!!!
Intentando llamar a la calma
escudriña el fondo del inodoro desde cualquier ángulo imaginable en busca de
pruebas fehacientes… debe de haberlas, uno no caga un perro salchicha todos los
días maldita sea! Pero no, ahí no hay nada. Ya desesperado incluso prueba en su
infinito ostracismo de entendederas a apagar la luz del lavabo y volver a
encenderla de golpe como si eso fuese a hacer aparecer un señor mojón de
repente en el amigo Roca, saludando con sombrero de copa y bigote de antaño…
jajaja, te pillé, estaba escondido detrás de la escobilla, que te ha parecido
la broma eehhh?! Venga ahora tú te escondes y yo te busco! Dándole así con el
dedo en la chichilla a Ermes para buscarle las cosquillas a modo complicidad.
Al final Ermes se va a acostar
con la mayor decepción que ha sentido en su vida. Aun no alcanza a comprender
que ha pasado. Se debe haber resbalado cañería adentro o algo, se dice. La
humanidad se repite, siempre inventando historias para las cosas que no
entiende. “…. pues debe ser un hombre bueno y omnipotente que desde el cielo
nos protege, si si tiene que ser eso, y que de vez en cuando nos manda el tifus
y la peste bubónica para que se nos caiga la piel a cachos y así aprendamos la
moraleja, claro, no hay otra explicación… bien, Mateo, manda reunir a la pandilla
que creo que ya sé de qué va todo esto!” o… “a ver, si me dicen que no… eso es
porque a las mujeres no les gusta follar, no le veo otra salida, porque lo de
ser más feo que un aborto de Gremlin malo no puede ser, claro, eso no tendría
sentido… no no, a las mujeres no les gusta follar, es eso! Ahora entiendo
tantas cosas, veras cuando se lo cuente a los demás…”
Ermes se duerme entre sueños de
cataratas de secuoyas gigantes que caen en agujeros de gusano y desaparecen de
su vista para aparecer en algún otro punto del multiverso que él desconoce. Se
revuelve en la oscuridad de su habitación al lado de su mujer con la sábana
agarrotada en las manos. La duda le corroe mientras cae en una espiral de
mojones de colores que le hablan. Habrás cagado realmente Ermes? O todo ha sido
producto de tu imaginación? La pulsión que proviene de su dolorido ojete le
dice que sí, pero claro, sin haber visto el cuerpo del delito nunca podrá estar
seguro. Donde fue el mojón? Decídmelo cabrones!... Hay cosas que es mejor que
el hombre nunca sepa, le dicen sus saltarinas amigas de colores canturreando a
su alrededor. Ermes cae por fin en la fase de sueño profundo. Le parece ver un
fotograma de un pene antes de los créditos y el fundido a negro, como en aquella
peli de Brad Pitt… o era de Edward Norton?
… pobre Ermes, la duda es lo peor
que le puede pasar a un hombre. La duda y los judíos claro.
Historia patrocinada por Blu-rays
Cominosworld, el doble de afilados, porque con algo habrá que cortar las pizzas
cuando salga la próxima nueva-mierda no?
Phonat/ All this time
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