Los días precedían a las noches y
las noches precedían a los días, pero ninguno de ellos eran como deberían ser.
Los minutos corrían torpes en el naufragio de las horas, pero ninguno de esos
fragmentos de tiempo perdido albergaba bondad alguna para lo que hubiese tenido
que ser una vida correcta. Ya no sabía cómo recuperar el hilo de una senda que
tan siquiera eligió seguir, la desesperanza poblaba su cada vez más oscuro corazón
y no tuvo a más que vagar por la sombras de su propia vergüenza observando el
devenir de unos actos, pasados y futuros, que no reconocía como propios.
Nada, nada le podía salvar ya.
Tiempo atrás decidió dejar de ser él para ser otra persona, una persona peor.
Solo le restaba subir el volumen de la música, hundir su pie más hondo en el
acelerador, apretar los dientes más fuerte, y ver sus ojos vidriar al otro lado
de un espejo roto. Nadie querría un ser roto. Nada le podía salvar de sí mismo desde
el mismo momento en que el niño que un día fue se marcho. Nadie le podría sacar
del abismo desde el mismo momento en que apretó aquel gatillo.
M83/ Wait
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