“Mama, Papa, os quiero… pero pronto estaré
muerto”
Llevaba
ya días encerrado en casa, el ambiente se había ido volviendo opresivo y
lúgubre a una velocidad exponencial en las últimas horas. El mismo aire había
entrado y salido ya varias veces de los pulmones de James que se aferraba a su
portátil como si le fuese la vida en ello. De hecho exactamente yéndole la vida
en ello.
Llevaba
lo que para él parecían lustros sin dormir, con las retinas inyectadas en lo
que antaño hubiese sido sangre pero ahora mismo solo podía ser una mezcla entre
cafeína, taurina y codeína a partes iguales. En las últimas horas no es que no
hubiese dormido, es que no había comido, no se había duchado, no había salido
de su habitación y por poco, casi no había ni meado (la maceta de su ventana
daba buena fé de ello). Y no es que no hubiese querido, no… lo justo sería decir que no había podido.
Desde
el martes pasado solo había hecho una cosa, teclear en su ordenador, eso y
soltar los mayores improperios que se han oído en la faz de la tierra desde que
Cardenas le cambió al Arlequín a aquella jamelga por Carmen de Mairena en plena
secuencia porno en esa obra del séptimo arte llamada FBI “Friquis Buscan
Incordiar”. En un momento de la pesadilla en la que se veía inmerso llegó a
pensar que nació tecleando. La majestuosidad del blanco de las teclas del Mac
Book se empezaba a mezclar con la sangre de las rozaduras de sus dedos. Hacía
unas 7 horas que las había pasado canutas con un calambre que le recorría la
mano derecha, pero supuso que hasta del dolor te acabas acostumbrando y cuando
alcanzas ese limbo en que no sabes si estás muerto o vivo mientras sigues
tecleando un pinzamiento en una mano pasa a ser un mero eco difuso, como un
halo remanente que escuchas tras los oídos sangrantes y el zumbido sordo de una
bomba atómica estallando, sonido acuático sin más.
Y
escribía y escribía, y maldecía y maldecía, y de vez en cuando se hundía
soltando alguna lagrimilla lastimera sazonada con un porqué yo, para a
continuación seguir maldiciendo con más fuerza. “Maldito bastardo
hijodelagranputa!!!”, podría haber aprendido un loro que hubiese estado en esa
habitación en las últimas horas, y ni siquiera un loro de los muy listos, no
no, uno de los normalitos tirando a tontos.
… es
un genio, ya lo veras. Te hará sacar lo mejor de ti.
… Su
puta madre!!! Suspiraba James. Aun no entendía como había acabado haciendo caso
de Steward, si ni siquiera le calló nunca muy bien en la facultad de periodismo.
Era de los típicos que se inventaban mil excusas para no dejarle los apuntes de
cualquier asignatura a semanas del examen, solo para regocijarse en su
descalabro inminente y flagrante. Incluso siempre sospechó que había sido con
él con el que le puso los cuernacos Jennifer, su antigua novia de la
universidad. Esa sonrisita de medio lado cada vez que se cruzaban después de
aquello, y esas palmaditas condescendientes, o cuando compró delante suyo
condones sabor piña en la farmacia para una cita que tenía esa noche, precisamente
los preferidos de Jenny…palméate tu el orto maldito hijo de un lemur!!!
James
ya no sabía si todo eso había ocurrido de verdad o era la paranoia que le
estaba empezando a afectar a todos los niveles. Y para más inri ese verano
estaba haciendo un calor que ni en siglos, podía notar como se le derretían las
cejas al mínimo contacto de los tímidos rayos de sol que se colaban por la
persiana. Ni la luz quería entrar en esa ratonera que llamaba apartamento. Todo
ese sudor en su frente, en las palmas de las manos, en los pliegues de su
denostada huevada, en el capullo no circuncidado de su cada vez más pequeña
polla, todo perfectamente estudiado y planeado por un ente divino para joderle vivo.
Pocas cosas veía más claras en ese momento. De hecho debía ser la única porque
todos los demás pensamientos se le aglutinaban a las puertas del cerebelo y no
se dejaban entrar unos a otros.
Y
aun sin entender cómo ni por qué, lo hizo, escucho el consejo de esa rata de
Steward después de explicarle que últimamente había estado barajando la
posibilidad de escribir una novela o algo del estilo. Siempre se le había dado
bien escribir relatos cortos. Se sentaba delante de su portátil y se evadía del
resto de mortales que poblaban su ya de por sí gris mundo. Y sobre todo de ese
trabajo de articulista en el New Reporter que tanta vida le había ido chupando
poco a poco en los 7 años que había tachado a base de palitos en su
cubículo-celda. Escribir le redimía, le devolvía a un James de años atrás que
creía perdido, un James soñador con toda una vida por delante. Y lo más
importante de todo, un James que se respetaba a sí mismo.
Así
que sin pensarlo mucho se plantó esa tarde en la dirección que Steward le había
apuntado en aquel postit rancio en forma de perrito y se presentó delante de
aquel editor maravilloso con su método revolucionario al que tanto había dorado
la píldora el muy bastardo. Seguro que iban a comisión, o era su cuñado o
alguna mierda de esas. Se sentó en la sala de espera sin apartar la mirada del
canalillo de la recepcionista, de forma que casi se cae al no cuadrar su culo
con la silla. Al cabo de media hora de ojear revistas rancias sobre apicultura
y otras lindeces salió el tal Walt por fin a atenderle. En ese momento aun no
sospechaba que estaba estrechando la mano del mismo diablo, ay caramba! Ni el
mismísimo Rupert Murdoch tendría pitera de publicar las fotos de ese tipo
desnudo en un hotel de las Vegas. Es más, incluso el señor Burns de los Simpson
parecería un gatete con pupilas manga gigantes y vidriosas de los que salen en
los powerpoints al lado de esta abominación sin alma mal llamada persona.
La
conversación en la cueva de Lucifer fue directa y escueta. James explicó
brevemente sus intenciónes barra sueños literatos al novo conocido y, después
de ojear este último varios de los relatos cortos que James le extendió no con
mucha pericia a la hora de disimular los nervios que le afloraban a modo de
tembleque en la mano, espetó:
La
cosa es sencilla James, estoy dispuesto a ofrecerte un jugoso contrato por tu
primera novela, pero… (se hizo un silencio tenso)… tendrás que jugar según mis
normas. Como ya sabrás hoy en día el tiempo es oro y las entregas para los
editores, con los márgenes de beneficios en que nos movemos últimamente, son
sagradas. Y no solo eso, también existe el llamado bloqueo del novato, el miedo
al papel el blanco, y miles de filias y fobias más que no te cuento porque te
marearías. Yo, James, te garantizo aquí y ahora que con mi método no solo
alcanzaras el máximo rendimiento potencial de ti mismo, sino que, y esto es lo
mejor, alcanzaras cotas de creatividad que seguramente no sabías ni que
existían en el ser humano, y mucho menos en ti.
Ahhhhh,
claro, vaaaaale, y… que método es este?
Eso
James, solo podrás descubrirlo si aceptas el reto. Veo madera en ti chico, pero debes confiar en mí.
James
no sabía qué hacer. El discurso de ese tipo trajeado y engominado tenía mucho
de predicador farandulero de los que curan niños tocándoles la cabeza y dicen
aleluyah, sí, pero sus ansias por llevar a cabo una de las tres buenas acciones
por antonomasia en los hombres: plantar un pino, escribir un libro y quemar a
un niño, le hicieron firmar lo que después entendería como su más que probable
defunción.
A
partir de ahí las instrucciones fueron claras. Tan claras como escasas: vete a
casa, y una vez allí… recibirás más instrucciones. Dicho y hecho, James no
entendía muy bien tanto misterio, pero había decidido seguir el “método” y eso
es lo que iba a hacer. Una vez en casa esperó, y vio la tele, y esperó, se pegó
una ducha, y esperó, y se la cascó dos o tres veces pensando en el escote de la
secretaría de Walt, y esperó, y pidió una pizza, y esperó, y cuando ya empezaba
a desesperar de tanto esperar llamaron al timbre… ostia, y yo sin cambio! Era
la tercera vez que le pasaba este mes… los del Telepizza lo iban a matar!!!
Cuando se acercó a la puerta con ese bigote falso que se había comprado en la
tienda de disfraces de la esquina y ensayaba la voz de Paqui que tan mal le
salía… io no si quien es James io ser Muhamad! Se sorprendió al no ver al gordo
granudo vestido de rojo de cada semana. En vez de eso era un mensajero de UPS que le traía un paquete urgente…
Muhamad? Perdone me debo de haber equivocado… no no, es aquí, soy James, es que
a veces me gusta bromear con desconocidos aja aja aja, a que es buena, si en
fin, deme deme que le firmo…
Una
vez se fue el motorista sorprendido por los niveles de estupidez humana
alcanzados en la madre tierra, James se sentó en su habitación y desenvolvió el
paquete. Era un Mac Book blanquísimo y novísimo a estrenar, con una nota que
rezaba: “Este es tu nuevo portátil de trabajo, ábrelo y sigue las
instrucciones”. James estaba tan emocionado que ni reparó en el orondo a la par
que redondo repartidor de pizzas que se dejaba las falanges picándole al
telefonillo. La excitación era demasiada para comer, el comer está
sobrevalorado, como el dormir y el respirar, pensaba mientras la manzana del
placer le daba la bienvenida a un mundo que ni se i-Maginaba.
Todo
fue bien hasta que apretó ese fatídico botón. El botón que lo abocaría al
infierno sin billete de vuelta, como ir de público a Sálvame Deluxe (por orden
judicial, que es por lo único que se me ocurre que alguien podría ir a ese
programa en su sano juicio) y un segundo antes de encenderse las cámaras una
voz en off dice: bienvenidos al especial maratón de 24 horas seguidas!!! Y ahí
es cuando empiezas a escupir sanguijuelas por la boca…
Ese
botón no era otro que el click de mouse que abrió el documento Word titulado
“Instrucciones”. Colocado justo en el centro del escritorio imploraba a gritos
la atención de todo aquel que se sentase delante de la pantalla, incluso si la
intención del susodicho hubiese sido buscar videos de monos que se meten el
dedo en el culo, se lo huelen y después se marean o buscar el significado de la
palabra Redtube en el google por desconcertante y azarosa, hubiese sido
imposible para el patán medio no clickar ese Word.
James
que no andaba muy alejado del patán medio clickó dicho Word y algo extraño
sucedió. En vez de aparecer la típica ventana del Word, que también, apareció
además una extraña ventana que simulaba una especie de electrocardiograma en
tiempo real más extraño aun si cabe, dividido horizontalmente por una franja
que separaba dos zonas de la ventana por colores, la superior verde, y la
inferior roja. Los colores no eran heterogéneos si no que se iban degradando
poco a poco pasando de una tonalidad a la otra. En la parte superior izquierda
había un contador que empezó una cuenta atrás de, según el marcador, 5 minutos.
Absorto en la ventana James tardó en
reparar en el texto que aparecía escrito en el Word. Decía así.
Buenas,
acaba usted de ser seleccionado para llevar a cabo el método de desarrollo de
expansión creativa del profesor Walter McChausen. Si observa el cronógrafo que
le aparecerá en la ventana superior podrá visualizar un temporizador y un
contador de pulsaciones mecanográficas por minuto. En el momento en que el
contador llegue a 0 deberá empezar a escribir en este Word en blanco, lo cual
quedará registrado por el pulsómetro según una escala de pulsaciones por minuto
o ppm. En el momento en que estas pulsaciones bajen de más 350 ppm se
retroactivará una cuenta atrás de 10 segundos no reversible para la ignición de
una carga explosiva adosada al hardware de este portátil…
… eeehhhh,
si claro, muy listo profesor, pero hace mucho que superé Psicología de 4º
grado, pensó James justo antes de ver el sello de la garantía de Apple rasgado
en la paste posterior del portátil y los tornillos manipulados, cosa que le
hizo apretar el culo instintivamente. El texto proseguía…
No
se preocupe, relájese y disfrute de la escritura, seguro que las ideas empiezan
a surgir con fluidez. El programa está conectado vía satélite al portátil del
profesor Walter McChausen, al cual le irán llegando reportes periódicos de los
textos que usted teclee, así como las imágenes capturadas por la webcam
instalada en su MacBook. En el momento que el profesor considere que la calidad
de su novela es la adecuada desactivará vía control remoto la detonación de los
explosivos, en caso contrario será mejor que continúe tecleando.
…
pero que cojon…
En
caso de no dar fé de los hechos aquí explicados consulte los siguientes
documentos…
… a
continuación había dos links marcados en azul, el segundo con password, James
continuó leyendo y obvió por unos instantes los enlaces…
En
caso de que el miedo al ejercicio aquí planteado le empuje a contactar con las
fuerzas del orden, véase la policía, u otros cuerpos gubernamentales, la bomba
se autodetonará. En caso de que intente pedir ayuda del exterior, sea cual
fuere su índole, la bomba se autodetonará. En caso de que desconecte el
ordenador, la bomba se autodetonará. En caso de que se mee en los pantalones,
la bomba se autodetonará…
…
tranquilo, esto último es broma. Puede mearse tranquilamente que no pasará
nada.
Un
James ya claramente en estado de pánico linkó en esos momentos el primer enlace
de los aparecidos arriba. Era un artículo de un periódico local de su comunidad
donde se describía la desaparición repentina y misteriosa de un conocido
escritor de la zona venido a menos. De hecho esa cara le sonaba, era… era su
profesor de “Historia del Mundo Actual I”, de su primer curso en la universidad!!!
En ese momento le vino la noticia como un flash, recordaba ese suceso… a mitad
de su segundo curso en el campus se formo un revuelo enorme con el tema. El
profesor Mortimer desapareció de la noche a la mañana sin dejar rastro. Los
profesores más allegados comentaban por los pasillos que el curso anterior
había dejado las aulas para centrarse en su nuevo libro, el cual le estaba
costando parir más de lo debido.
El
dedo índice de James empezó a temblar encima del ratón al escuchar en su cabeza
a su postcognosis narcoléptica recitarle esa última frase. Empezaba a intuir lo
que vería detrás del segundo link y no sabía si tendría huevos de constatar lo
plausible, lo que hasta ahora se le dibujaba en su mente como difuso podía
adquirir una forma tan tangible y de una manera tan brutal y desgarradora que
tenía miedo de caerse sin sentido de morros en el teclado. Aun así no le
quedaba otra, apretó los dientes y continuó con el segundo link. Era un acceso
a youtube que le pedía contraseña. Tecleó con los primeros conatos de odio
hacia aquel nombre que ingresó en mayúsculas: WALTERMCCHAUSEN. El link se
despejó y dio acceso a un video de un minuto. El horror se hizo ser. Era el
último minuto de un muy desmejorado Mortimer, grabado desde la webcam de un
ordenador blanco, como el suyo, y dedicando sus últimos alientos de vida a
despedirse de su familia mientras no dejaba de llorar y teclear.
Maria,
Jess, Guilian… recordad que siempre os querré. Decía de una forma casi
ininteligible por los sollozos en modo POV a la cámara deshumanizada de su portátil-verdugo.
Segundos después cesó el tecleo, levantando las manos lentamente hacia el cielo
mientras cerraba los ojos. Las imágenes siguientes helaron la sangre de un
James pálido como la mojama. Una explosión titánica dio paso al crepitar de la
imagen, como cuando antaño no existía la teletienda y a medianoche solo las
rayas te devolvían la mirada de un televisor sonámbulo. En ese momento nuestro
yanotanapasionado escritor novel podía haber batido el record de dilatación de
latidos del corazón sin falta de la droga que ingirió Julieta en Verona.
Incluso cualquier forense de primer año hubiese certificado su defunción por
paro cardiovascular sin miedo a equívoco alguno.
Cuando
consiguió volver a la vida James reparó en unas últimas líneas al final del
texto…
Cuidado,
si ya vas por aquí, y no eres un lector muy rápido, significa que ya deberías
ir empezando a teclear.
… su
pulsación empezó a acelerarse a ritmo de Usain Bolt recuperando posiciones a
James Blake en la final de los 100 en Londres… Una última línea coronaba el
epitafio.
Dato
curioso: 500 gramos de Hidrocarburo de Trinitrotolueno, más conocido como TNT,
puede reducir un cadáver de cachalote adulto a cenizas en 3,07 segundos… aquí
hay 2 kilos.
Suerte.
Usain
Bolt era una tortuga de las galapagos comparado con el corazón de James en ese momento.
Cuando se quiso dar cuenta agacho su mirada hacia el teclado y vio a unos dedos
moverse a una velocidad de vértigo, tardo unos segundos en asimilar la
información y reconocerlos como suyos. Instinto de supervivencia animal, ese
hecho. No sabía ni lo que estaba haciendo ni lo que tenía que hacer, solo sabía
que había que escribir pero YA. Tampoco sabía qué escribir así que se tiró la
primera hora alternando entre palabras que no descifraría ni un programador de
captchas a sueldo, frases de socorro lloriqueantes que obviamente nadie leería,
e insultos exacerbados por una rabia infinita primero hacia ese puto loco que
le estaba haciendo esto, y luego hacia él mismo por imbécil. En ese tiempo hubo
varios intentos (muy ligeros) de probar la veracidad de aquella trampa Saw-iana
decelerando lentamente la escritura, para seguidamente volver a acelerarla por
acojone galopante al ver como el pulsómetro de la parte superior pasaba de la
franja verde a la franja roja emitiendo estridentes pitidos de warning. Cuando por
fin empezó a entender que así no iba a conseguir nada comenzó a escribir cosas
con estructura de sujeto-verbo-predicado.
...
James
llevaba ya lustros apostillado ante ese ordenador, había pasado por todos los
estadios emocionales posibles en un ser humano. Ira, agonía, tristeza, soledad,
frío, miedo, llanto, felicidad, martes… todos!!! Jodidamente todos!!! La falta
de sueño incluso le hacía tener alucinaciones, como esa en la que creía ser un
delfín, alternando la desconexión de su lóbulo occipital derecho con la del
izquierdo, en este caso no para poder seguir nadando sin ahogarse como los inteligentes
mamíferos, si no para poder seguir tecleando sin morir. Claro esa era la
solución! Quien necesita dormir completamente pudiendo hacerlo por partes! vale
en esos momentos vas un poco a ralentí, pero eehh los zombis también tienen
derecho a la vida no?... ya no sabía ni lo que decía…
Ya había
escrito sobre todo lo escribible. Había escrito sobre su infancia, los veranos con
la familia en el bierzo, había relatado su comunión, había descrito con
exhaustividad milimétrica de pervertido la forma en que lamio su primer pezón,
había escrito los fragmentos de guión que recordaba del Retorno del Jedi, las
partes de Chewaka incluidas, había enumerado todos los chistes que recordaba de
chiquito, recetas de cocina e incluso había redactado su propia esquela. Sabía
que nada de eso le valdría para salir de allí pero solo esperaba el momento en
que una iluminación bajase en forma de zarza en llamas y le dictase lo que
escribir. Lo que fuese para engatusar al locos de la coles y que parase la
bomba. Pero no ocurrió nada y las fuerzas empezaban a flaquear.
En
un momento límite de su pesadilla antes de navidad dirigió la flecha del ratón con
una mano hacia la esquina mientras tecleaba con la otra y abrió una pantalla del
Explorer. Echando una mirada de soslayo a la webcam, como no queriendo cambiar
la expresión de la cara, escribió rápidamente en google: departamento de
policía. Al instante y dándole un susto de muerte apareció una especie de
versión maligna del clip del Word con ojos de Mickey Mouse hasta arriba de M en
una esquina con una mano en la cintura y moviendo la otra de lado a lado con un
dedo en alto mientras una voz robótica repetía: no, no, no… no, no, no!!! Cosa
que de por sí sola no le hubiese importado mucho a James… había que probarlo…
si no fuese porque el inquietante personajillo vino acompañado de un bip
repetitivo. Al finalizar este bip James pudo ver, con los ojos saliéndosele de
las cuencas, como la raya horizontal que dividía el electrocardiograma en zona
verde segura y zona roja pumm se elevaba ligeramente aumentando el límite del
que no podía bajar de 350 ppm a 400 ppm.
Instintivamente
tuvo que acelerar la velocidad de tecleo si no quería formar parte del estucado
de la pared en cachitos como el viejo Mortimer. Maldito hijodelagranputa!!! Lo
había planeado todo!!! Todos sus movimientos!!! Iba cinco pasos por delante de
él y hacía demasiadas horas que no sabía dónde buscar más fuerzas para
continuar tecleando. Estupendástico, fantabuloso, iba a morir y el malo ni siquiera
le había puesto una prostituta entre las piernas mientras realizaba su maligno
juego como en aquella película, como se llamaba… Operación Swordfish? Claro que
Walt tampoco tenía la clase de Travolta, ni él era Lobezno. De repente le
vinieron un montón de metáforas cinéfilas para su situación… ahora entendía lo
que sentía Keanu Reeves en aquel maldito autobús!!!
Fue
entonces cuando le vino la inspiración. Si, él no iba a morir allí. Él era como
aquel tipo que se había quedado con el brazo pillado por una roca mientras hacía
escalada, en aquella otra película. 127 horas. De hecho él era exactamente ese
tipo. No sabía si llevaba 127 horas en esa caja de zapatos apestante a cloaca
tecleando sin parar. Lo que si sabía es que no moriría allí. Si el tipo de la
roca acabó cortándose el propio brazo a mordiscos antes que morir en aquel
agujero el no iba a ser menos!!! Obviamente no pensaba cortarse un brazo, eso
solo hubiese servido para tener que teclear el doble de rápido con la mano
restante, estúpido. Decidió que encontraría la manera de salir de allí. Con
determinación un hombre es capaz de alcanzar cualquier cosa que se proponga!!!
Con determinación y con dinero, pero como sobornar al pc no le había dado
resultado, decidió que tiraría por la vía de la determinación.
Primero
lo intentó con algo que tenía en un cajón de uno de sus tantos viajes a Camdem,
un pajarito como el de Homer cuando se vuelve gordo y trabaja en la central
desde casa, de los que con un poco de agua en la parte trasera mueven la cabeza
arriba y abajo. Enseguida entendió que el pajarito no sería capaz de aguantar
el ritmo del pulsómetro. Maldita televisión, siempre con sus engaños!!!
Fue
entonces mientras estrangulaba el pajarito con una mano y tecleaba con la otra
cuando le sobrevino una última idea a la desesperada. Pediría ayuda sin
pedirla!!! Claro, como no se le había ocurrido antes!!! En ese momento se
acordó de su blog “ Diálisis de un bidón de pis!!!”, ese que actualizaba cuando
aún era una persona y no un futuro fiambre. Escribiría todo lo que le estaba
pasando a modo de relato con pseudónimos y nombres falsos para que Walt no sospechase
nada y lo colgaría en su blog. En cuanto sus lectores, que según decía su madre
a las amigas se podían contar a cientos, leyesen el post, atarían cabos y llamarían
raudos a la policía que acudiría a su apartamento ipso facto para desactivar la
bomba y rescatarle flaco y desnutrido cual
Ortega Lara de nuevo cuño. Hu, ha!!!... estaba salvado!!!
Con
los últimos gramos de energía que le quedaban empezó a escribir la
actualización que le libraría del infierno:
“Mama,
Papa, os quiero… pero pronto estaré muerto”
…
Kanye
West/ Cruel Summer (Compilation)
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